lunes, 17 de septiembre de 2012

Erasmus: mi llegada a Milán

Ciao a tutti! Tengo el placer de escribir lo que será la primera entrada que redacte durante mi Erasmus en Milán. Aún no sé con qué frecuencia podréis encontrar mis ''crónicas erasmuseras'' por aquí, pero intentaré dar señales de vida de vez en cuando y traeros cosas interesantes que contaros.

Hoy es mi tercer día en Milán. Como muchos ya sabréis, llegué a la capital lombarda el pasado sábado de buena mañana. El vuelo fue bien, al llegar cogí el autobús que conecta el aeropuerto de Orio al Serio con el centro de Milán y que te deja delante de la Stazione Centrale y después tomé un taxi hacia mi nueva casa. Allí me esperaba una amiga alemana de mi casera (que es francesa, por cierto) que muy amablemente me entregó las llaves y me enseñó mi nuevo hogar. ¿Y qué decir? La verdad es que vivo en un sitio bastante pequeño, pero tampoco me quejo, ya que para una persona es más que suficiente; vivo a cinco paradas del centro (Duomo) y al ser un piso por el que la dueña de este pasa muy poco y cada una tiene su propio espacio separado tengo libertad e intimidad casi total. No puedo quejarme.

Durante estos días estoy intentando finiquitar toda la burocracia más o menos rápido; cuando ya me instalé fui a un ''ATM point'' en la estación de Duomo y pedí la tarjeta electrónica recargable del metro ―que en 15 días ya podré pasar a recoger―, conseguí una SIM italiana de Wind y una tarifa bastante económica y me compré una ''chiavetta'' para poder tener Internet, aunque he conseguido tener acceso a algún que otro Wifi ajeno y de momento no la necesito mucho. Ya he realizado mis primeras compras por los diferentes supermercados que me quedan cerca, que sinceramente son bastantes. Vivo en una zona en la que hay bastante inmigración, está muy bien comunicada ―tengo el metro a unos cinco minutos a pie― y hay de todo. Una de las cosas que más me gusta observar en mis paseos diarios es el tranvía, que además también pasa justo por delante de mi casa: son modelos antiguos y muy bonitos. También me gusta abrir la ventana y escuchar el sonido que hace al circular por la calle. Otro sonido que me gusta escuchar ―y ahora pensaréis: ''¡qué tía tan rara!'' Y con razón― es la sirena de las ambulancias. Cuando llegué a la Stazione Centrale y la escuché pasar me vinieron a la memoria mis vacaciones en Roma de hace un par de años: había olvidado por concreto que no sonaban de la misma forma que en España y, no sé por qué, me gusta ese sonido, pese a que no tiene nada de melódico ni precisamente es que sea una buena señal.
Pese a que ya estuve en Milán hace unos cuatro años, debo admitir que esta ciudad no deja de sorprenderme. Me encantó volver a la Piazza Duomo y observar de cerca aquella magnífica catedral, la más bonita que he visto jamás, y aquella galería, la Galleria Vittorio Emanuele II, llena de tiendas interesantes y mosaicos fantásticos, como el de Rómulo y Remo que representa Roma, pero sobre todo como el del toro que simboliza Turín y que esconde una tradición que consiste en pisar los testículos del animal con un tacón del zapato y dar una vuelta para conseguir que dé suerte al que realiza dicha acción.
Llegué aquí con mi madre, para que viera dónde iba a estar y pasara conmigo el primer fin de semana y tal vez para que el impacto de este cambio de aires no fuera tan brusco, pero lo cierto es que podría decirse que me muevo por aquí como pez en el agua; parece que lleve mucho más tiempo porque me cuesta bastante perderme ―aunque ya me ha ''pasado'' alguna vez, pero no fue nada importante y enseguida conseguí reubicarme―. Cuando ya me quedé sola di un paseo por la Stazione Centrale; debo decir que es una estación enorme y además preciosa: está decorada con muy buen gusto y vale la pena visitarla. Hubo algo que me sorprendió: resulta que en dicha estación hay una capilla con una virgen, Santa Maria del Cammino, para que aquellos que lo deseen puedan pronunciar sus oraciones antes de tomar el tren. ¡Qué curioso!
Más tarde tuve el placer de conocer en persona a una amiga a la que había conocido gracias a una web de intercambio lingüístico hace algún tiempo y con la que pasé una tarde muy agradable. Fuimos al centro comercial Vulcano, en Sesto San Giovanni (viene a ser L'Hospitalet respecto Barcelona) y después conocí a algunos de sus amigos, unos chicos sicilianos la mar de majos y muy divertidos que viven cerquita de mi casa. ¡Es increíble llegar aquí y conocer a gente tan agradable y simpática! Me encantó compartir un poco de mi tiempo con todos ellos y espero seguir viéndoles.


Esta mañana he visitado la SSML Carlo Bo, la universidad en la que estudiaré durante los próximos meses. Está a media hora en metro y también hay que añadirle un cuarto de hora a pie, pero es fácil llegar a ella y además está en frente de un supermercado. Cuando llegué ya habían cerrado la secretaría y no volvían a abrirla hasta dos horas después, así que tuve que esperar ''un poco'' para poder entregar mis documentos y las fotos de carnet que me habían pedido a fin de formalizar mi inscripción de estudiante Erasmus. Me atendió una mujer que no sabía muy bien cómo iba el tema, pero me prometió que en cuanto apareciera el responsable de los estudiantes internacionales ya me contactarán. La facultad es chiquitina, es solo de traducción ―o mediación lingüística, mejor dicho, ya que aquí recibe ese nombre―, pero como ocurre con la FTI de la UAB, es pequeña pero acogedora: cuenta con muchas máquinas de comida, refrescos de todo tipo (Nestea, Coca Cola, una especie de té verde fresco de San Benedetto y miles de cosas más), una larga lista de tipos de cafés para escoger (¡cómo no!), una máquina exclusivamente de helados... De hecho, si seleccionas un polo de hielo el sabor que sale de la máquina es aleatorio: a mí me tocó uno de naranja. También había alguna máquina expendedora con material escolar (lápices, bolígrafos, etcétera) y objetos de uso cotidiano como pasta de dientes, tiritas, toallitas, compresas, jabón, mecheros, desodorantes... ¡Y muchas cosas más! Vamos, que no me faltará de nada. También he explorado un poco la facultad: he visto el aula magna, la biblioteca, las aulas normales y las de interpretación con sus cabinas... Me ha gustado bastante. Ojalá que resuelvan todo el rollo burocrático pronto y pueda cursar todas mis asignaturas sin problemas. Comienzo las clases el 1 de octubre, pero como las lecciones de la UAB empezaban hoy y tengo tres asignaturas a distancia tendré que estar al tanto de lo que se vaya haciendo en Barcelona. 


La verdad es que de momento todo va sobre ruedas, no puedo quejarme. Estoy muy contenta de estar aquí y de poder decir que vivo en la ciudad de mis sueños. ¡Ojalá que las cosas no se tuerzan! Como esto siga así me veo viviendo en Italia, ya sea en Milán o no, tan pronto cuando termine la carrera. Me gusta demasiado todo esto y, sí, me siento bastante más a gusto que en Barcelona. Echo de menos a toda mi gente y ojalá que estuvierais aquí para pasároslo tan bien como ya lo estoy haciendo yo, pero cada vez tengo más claro que Italia es mi lugar. Ya lo pensaba cuando visité la propia Milán, Roma y Venecia como turista y me reafirmo ahora que estoy viviendo en el norte del país. En febrero me tocará regresar a Barcelona y terminar lo que me quedará de carrera (un año y medio si todo va bien), pero creo que mi futuro está aquí; sí, en Italia.

Y qué cívica es la gente, de verdad. Siempre que compro algo en cualquier tienda todos los vendedores me desean que tenga un buen día y me dan las gracias. Además, una vez al mes se corta el tráfico durante algunas horas para bajar el nivel de contaminación (de hecho, ayer fue uno de esos días). Es bastante común en las grandes ciudades de Italia, sobre todo en Milán. Si te ven conduciendo te puede caer una buena multa. Me encanta este tipo de iniciativas. De todas formas, el mejor transporte para moverse por Milán es el metro. He ido en coche y la verdad es que es un poco caótico circular entre tanto vehículo y encontrar aparcamiento que no sea de pago.
También tengo que admitir que me he sumado a una ''moda'' tonta. Me han comentado que este verano se pusieron de moda unas pulseritas de tela de muchos colores diferentes con tréboles de cuatro hojas, aunque también las hay de corazones, mariposas y otras formas. Se hacen llamar ''Bracciali Cruciani'' y pueden encontrarse por todas partes. Su precio suele ser de un euro por brazalete... ¡Y ya me he comprado cuatro! Son sencillitos, pero me gusta bastante cómo quedan. Si alguien quiere uno, que me lo diga y se lo mando con mucho gusto (y a ver si así se pone de moda por allí, ¡jajaja!).

Son así:

También me gustaría compartir con vosotros una foto que tomé con mi Blackberry mientras viajaba en el metro (que, por cierto, es muy similar al barcelonés, pero a diferencia de este hay bastantes paradas descubiertas). Al igual que en Barcelona, es normal ver a alguien de vagón en vagón tocando algún instrumento para ganarse la vida. Sin embargo, nunca había visto este instrumento tan curioso:


¿Alguien sabe lo que es? Se tocaba con una especie de baquetas y hacía un sonido ''similar'' al de un arpa. Me hizo tanta gracia que le di unas monedillas.


Me pregunto si alguna vez he sido más feliz.

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