sábado, 22 de septiembre de 2012

Erasmus: Ambrogio Brambilla

Tranvía. Codice fiscale. Jardines públicos de Porta Venezia/Indro Montanelli.


Hoy, no me preguntéis por qué, empiezo mi entrada con el nombre y el apellido más típicos de Milán: Ambrogio y Brambilla, los que le pondría a un personaje si escribiera una novela que contara con la presencia de un ciudadano lombardo. En el caso de Ambrogio (que no hace falta hacer uso de una pasmosa inteligencia para deducir que se trata de Ambrosio), es un nombre que se está perdiendo, poco a poco va cayendo en desuso, pero Sant'Ambrogio es el patrón de la ciudad.

Hoy hace una semana que llegué a Milán. Durante estos días he estado más o menos ocupada; una mañana tomé el viejo tranvía que recorre toda la ciudad y fui a la Agenzia delle Entrate para solicitar el codice fiscale: fue un proceso rápido, tuve que rellenar una hoja, me dieron un numerito para esperar mi turno y enseguida me atendieron. Al acabar me dieron un papel con mi codice fiscale y en unos veinte días me llegará la tarjeta a casa (es como una especie de DNI que tienen todos aparte del carnet de identidad, ya sean italianos o no).
Me encantó el recorrido en tranvía. Es un vehículo precioso por dentro y por fuera y realmente vale la pena tomarlo de vez en cuando, para ir a según qué sitios te mareas menos que con el metro, que también me parece bastante eficiente y veloz y por suerte se parece mucho al de Barcelona; está todo bien señalizado y es difícil desorientarse, aunque puede pasar ya que las líneas se bifurcan como sucede en ciudades como París. También hay buses, pero aún no los he utilizado (eso sí, cuando vine de visita hace cuatro años lo tomé para ir a San Siro y más de lo mismo: no tiene pérdida). Una de las cosas que más gracia me hicieron del tranvía (ya veis qué cosa) fue un cartel que había colgado en el interior en el que ponía: ''vietato sputare'', que se traduce como ''prohibido escupir''. Es un medio de transporte muy antiguo y aún conserva todo este tipo de indicaciones que quizá en estos tiempos nos parecerían innecesarias y evidentes. Aun así, fue divertido verlo. Milán cuenta con 18 líneas de tranvía que recorren prácticamente toda la ciudad. Podemos encontrar modelos más antiguos y más modernos. Mis favoritos, sin duda, son los clásicos, que fueron fabricados entre 1920 y 1930. Son los mismos modelos que podemos encontrar en ciudades como Lisboa, Oporto o San Francisco. Además, resulta que la ciudad americana se los compró a la capital lombarda. Me encanta verlo pasar por todas partes, incluso por mi calle como ya expliqué anteriormente.

Otro medio de transporte urbano es el BikeMi, que viene a ser el Bicing barcelonés, y los taxis, que son de color blanco.


Ayer encontré por casualidad un precioso parque por el que resulta muy agradable dar un paseo. Se encuentra cerca de la Plaza Cavour y se trata de los Jardines Públicos de Porta Venezia o de Indro Montanelli, periodista, escritor e historiador italiano del que además hay una escultura dedicada en su memoria en este lugar lleno de estatuas y flores.


Había un estanque de patos y los perros, junto a sus dueños, corrían con total libertad. Otros viandantes preferían hacerlo en bicicleta.

Siempre he pensado que las esculturas son una maravillosa forma de recordar la figura de una persona. Esta iba dedicada a Ernesto Teodoro Moneta; militante pacifisca, premio Nobel de la paz en 1907.

Una fuente típica de Milán. Si os preguntáis de qué bestia se trata, os diré que se les conoce como i draghi verdi (los dragones verdes). Están por todas partes y siempre están abiertas:

Y esto es todo por ahora. Os dejo, que me espera un buen plato de gnocchi (qué feo me ha parecido siempre eso de ''ñoquis'') de patata con salsa boloñesa. ¡Buen provecho y hasta la próxima!


No hay comentarios:

Publicar un comentario