sábado, 30 de abril de 2016

Kilmainham Gaol, el precio de la independencia de Irlanda


Sara Fernández Carmona

Dublín, 25 abr.- Si los húmedos y fríos muros de la cárcel de Kilmainham hablasen nos contarían
historias que se contraponen al clima alegre y vivo que caracteriza a Irlanda. Este centro penitenciario de Dublín estuvo en funcionamiento desde el año 1796 hasta 1924. Durante todo ese tiempo, fue testigo de algunas de las escenas más sangrientas y crueles de la historia del país, pero constituyó a su vez el escenario de numerosos episodios trascendentales.

Durante más de cien años, esta cárcel de estilo victoriano albergó a todo tipo de reclusos sin distinción de edad ni sexo: mujeres, hombres y niños –incluso familias– convivían hacinados en pequeñas celdas diseñadas para una sola persona. Sin embargo, no era un lugar donde fuera habitual la presencia de asesinos y grandes criminales, ya que normalmente eran ejecutados de forma inmediata.

La mayoría de los reclusos había cometido pequeños delitos; por ejemplo, era común la presencia de niños de once años que tan solo habían robado un trozo de pan. Asimismo, sus condiciones eran pésimas: había una gran humedad, inicialmente las ventanas no tenían cristales y la única iluminación y fuente de calor existente era la de una vela que se entregaba a cada preso y que se reponía únicamente cada dos semanas.
Entre los años 1845 y 1849, con la llegada de la Gran hambruna irlandesa, causada principalmente por la escasez de patata –componente básico en la alimentación de la isla– debido a una enfermedad de la planta de este tubérculo que asoló a las cosechas en Europa, era común cometer pequeños delitos para ingresar en prisión y asegurarse así de que ese día se dispondría de algo para comer, y es que incluso mendigar estaba prohibido por ley ("Vagrancy Act" de 1847). Todo ello causó que las cárceles se masificaran y que los presos tuvieran que dormir en los pasillos.
No obstante, si hay algo que simboliza Kilmainham Gaol es la lucha por la independencia del pueblo irlandés y sus presos políticos, los cuales conformaban el 10% de los reclusos. Hace exactamente cien años, entre el 24 y el 29 de abril de 1916, se produjo el Levantamiento de Pascua, cuyo objetivo era acabar con el dominio británico en la isla y establecer una República irlandesa; hasta 2.000 insurgentes sin apenas preparación bélica tomaron las calles y los edificios más emblemáticos de Dublín, como la Oficina General de Correos (GPO) de O'Connell Street. La heroica rebelión obtuvo un efecto contrario al deseado y Kilmainham, que había permanecido cerrada desde el año 1910, volvió a abrir sus puertas para condenar a centenares de mujeres y hombres que habían participado en la sublevación.
Hoy es posible recordar las historias de sus protagonistas gracias a las visitas guiadas a este centro penitenciario, en el que además de poder observar cada una de sus celdas y las demás disposiciones también hallamos el patio de piedra donde dos cruces negras nos recuerdan dónde se llevaron a cabo la mayoría de las ejecuciones de los dieciséis líderes del Levantamiento de Pascua. Entre ellos se encontraba Patrick Pearse, proclamado "Presidente del Gobierno Provisional" de la República de Irlanda en un boletín firmado por los líderes del levantamiento; dicho documento es hoy en día un símbolo de identidad nacional. También se hallaba el periodista y poeta Joseph Plunkett, que pudo cumplir con su deseo de contraer matrimonio con la artista Grace Gifford en la capilla de Kilmainham escasas horas antes de ser fulminado. La pareja tan solo tuvo diez minutos para despedirse, en los que ni siquiera se les permitió tocarse.
Tiempo después, la artista ingresó en prisión. En la actualidad, todavía es posible observar un dibujo que Grace realizó en una de las paredes de las celdas.
Una de las imágenes más trágicas fue sin duda la ejecución del líder James Connolly. Cuando llegó su momento, Connolly se encontraba herido de gravedad y no lograba mantenerse en pie, por lo que fue atado a una silla para que no pudiera moverse en el momento de recibir el disparo que pondría fin a su vida.
Otro de los nombres que estuvieron en el punto de mira fue el de Constance Markievicz, feminista revolucionaria que durante el Levantamiento de Pascua ocupó el cargo de subcomandante –convirtiéndose en la primera mujer dentro de un ejército– y que a su vez dirigió la brigada femenina. A pesar de que inicialmente fuera sentenciada a muerte, se le perdonó debido a su género. "Ojalá que tuvieran la decencia de dispararme", respondió ante el tribunal. Posteriormente, fue elegida diputada del Sinn Féin a la Cámara de los Comunes, cargo que, al igual que sus camaradas, optó por rechazar.

En 1919, fue nombrada Ministra del Trabajo en el gobierno del profesor y matemático Éamon de Valera, que también había sido sentenciado a muerte en Kilmainham. Sin embargo, su ejecución no se llevó a cabo debido a su nacionalidad estadounidense; se causó un retraso en el cumplimiento de su sentencia y logró salvarse. Posteriormente llegó a asumir la presidencia de la República de Irlanda, desde 1959 hasta 1973. Con su liberación en 1924, Kilmainham Gaol cerró sus puertas de forma definitiva.
Tras un periodo de abandono, en 1960 un comité de voluntarios restauró la prisión de Kilmainham para mantenerla como un símbolo nacionalista y en honor al pueblo irlandés que murió en la lucha por la independencia de Irlanda. Reconvertida en museo, Kilmainham Gaol recuerda a sus protagonistas cada día a visitantes de todo el mundo y se ha convertido en uno de los principales lugares de interés turístico y cultural de Dublín.