jueves, 20 de diciembre de 2012

Erasmus: Y la gran nevada llegó...

Gran nevada. Piazza Duomo. Parco Sempione. Castello Sforzesco. Cernusco sul Naviglio.
Hoy tengo que haceros una confesión: me apasiona la nieve. La verdad es que no sé si se puede considerar una "confesión" expresar algo tan banal, ya que no es que os esté contando ningún secreto, pero tal vez la cosa cambie si os admito que podría decirse que hace justo una semana fue prácticamente la primera vez que vi nevar de verdad con mis propios ojos.

En Barcelona es algo que podría decirse que ocurre cada cuarenta años: de vez en cuando puede observarse cómo cae algo de nieve, pero nunca llega a cuajar. Aun así, ya había visto la nieve; había acudido a más de una estación de esquí en Catalunya, como La Molina y la Vall de Núria; había estado de colonias en bachillerato en una casa en la montaña, en Les Planes de Son, donde al día siguiente al despertarnos nos dio los buenos días un hermoso paisaje nevado; hace dos años, además, cayó algo de nieve por toda la provincia, y L'Hospitalet de Llobregat no fue una excepción. Aun así, lo que hace dos años todos los medios calificaron como "nevada histórica en la ciudad condal", aquí no habría sido nada más que una pequeña nevada como la que ya vivimos hace dos semanas y ya os conté; tan insignificante que al día siguiente apenas había rastro de ella.

Esta vez ha sido diferente a todas las demás: he visto caer la nieve del cielo en grandes cantidades, he podido comprobar cómo poco a poco se iban formando montones de ella por las calles hasta sobrepasar los veinte centímetros de grosor, he intentado caminar por encima mientras "temía" por mi vida e intentaba no resbalarme y no caer al suelo con torpeza, he escrito miles de tonterías en ella con las manos y los pies y me he divertido de lo lindo; como un niño con zapatos nuevos.


Parco Sempione y Castello Sforzesco.
La gran nevada comenzó el jueves 13, pero sobre todo cayó con fuerza durante el día después. Tomé mi cámara y me dispuse a fotografiar el centro de la ciudad: la Piazza Duomo, el Castello Sforzesco, el Parco Sempione...

También visité Cernusco sul Naviglio, un hermoso pueblo a las afueras de Milán en el que ya había estado.



Cernusco sul Naviglio.

Mañana será un día muy feliz: volaré rumbo a Barcelona para pasar la Navidad con los míos y reunirme con ellos después de tres meses sin verles. Me muero de ganas de volver a ver a todo el mundo, de volver a coger en brazos a mi Luna, mi perrita... Y de contarles en persona cómo se han ido desarrollando mis andanzas por las tierras lombardas. Serán diez días en los que intentaré rodearme de las personas que siempre han estado ahí y que tanto me quieren. Tengo muchísimas ganas de volver a estar con todos ellos. Regresaré a Milán el 31 de diciembre de buena mañana, a tiempo para celebrar el fin de año "a la italiana"; en enero haré algunos exámenes que me faltan y a principios de febrero, por desgracia, volveré a casa para empezar el segundo semestre en la UAB el lunes 11.

La idea de tener que volver a Barcelona me produce temor y ansiedad; me siento, más que simplemente desplázandome a 900 kilómetros, como si volviera atrás en el tiempo. Regreso a casa, y con ello a mi vida pasada, pero evidentemente, con muchos cambios que yo sin duda calificaría como positivos.

Solo quien lo haya vivido logrará entenderme a la perfección al decir que mi vida ha cambiado completamente al irme de Erasmus, que no soy para nada la misma persona que un 15 de septiembre llegó a Milán y que durante estos meses he conseguido aprender a desenvolverme por mi cuenta, a reflexionar, a madurar un poco más, a tomar decisiones, a tener paciencia, a ser más responsable. Todo eso sumado al gran nivel de italiano que considero haber adquirido; no creo que fuera malo al llegar, en los dos casi tres años que hace que lo estudio siempre se me ha dado bastante bien y siempre he disfrutado muchísimo al aprenderlo, pero no se puede comparar cómo lo hablaba antes y la fluidez que he adquirido en estos meses aquí, aunque por supuesto todavía tengo que mejorar mucho, pero creo que voy por el buen camino. Además, me encanta el acento milanés, ya de antes de venir; fue uno de los tantísimos motivos que me llevaron a escoger esta ciudad y no otra, y me considero muy afortunada al haber podido practicar mis habilidades lingüísticas con hablantes de mi acento del italiano favorito y también de haber podido descubrir un poco más cómo es la lengua milanesa, lo que muchos tildarían de dialecto, como con prácticamente el 90% de las variantes que no corresponden al estándar, pero que para mí debería gozar de un prestigio tremendamente superior, sobre todo con lo hermoso que es y lo bien que suena.

A diferencia de muchos de los dialectos del sur, donde son el pan de cada día y donde además en numerosas ocasiones se habla más de lengua que de dialecto y nadie parece discrepar, como es el caso del sardo, el siciliano, el napolitano y también el friulano en el noreste, el milanés y otras variantes lombardas como el bergamasco y el camuno ya nadie las habla, prácticamente solo la tercera edad, y no siempre, ya que la mayoría de milaneses, también como muchos barceloneses (entre los que una servidora se incluye) son de origen sureño. Así que ¿¡quién diantres habla milanés?! Por suerte ellos mismos saben algunas palabras, pero por desgracia muy pocos serían capaces de articular todo un discurso. Ellos no tienen la culpa, sería lo mismo que nos pasaría a los catalanes si no hubiera ninguna plataforma que fomentase nuestra lengua y si el catalán dejara de estar presente en las escuelas.

En fin. Esperadme, familia, e id preparando esos estómagos para poder engullir toda la mercancía que llevaré tanto en el equipaje de mano como en mi maleta, que he decidido facturar para poder ir más cómoda e ir llevando todas las cosas que tengo aquí; preparaos para la avalancha de turrones, galletas, chocolates, bombones, quesos y muchas otras sorpresas con sabor italiano que os llevaré. ¡Os van a encantar y querréis que vuelva al "bel paese" solo para poder traeros más cosas!

Sara embarcando rumbo a Barcelona en 3, 2, 1...

PD: Os dejo un vídeo que grabé en la Piazza Duomo... ¡Espero que os guste!:

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Erasmus: primera nevada, llega la Navidad, ferias y...

Preparativos navideños. Primera nevada. Fiera degli Oh bej! Oh bej! Basilica di Sant'Ambrogio. Università Cattolica. Basilica di Sant'Eustorgio. Fiera dell'Artigianato. Luces navideñas. 
¡Hola a todos! Sé que ha pasado bastante tiempo desde mi última entrada, pero he tenido (y tengo) problemas con mi ordenador y no podré arreglarlo hasta que no vuelva a Barcelona: es decir, la semana que viene. De hecho, estoy redactando esta entrada a través del móvil... ¡Maldito teclado táctil! Eso sí, debo admitir que la aplicación de Blogger es muy cómoda y totalmente recomendable. Me ha sorprendido positivamente.
Dejando a un lado los problemas informáticos, he de admitir que todo va sobre ruedas; demasiado bien, podría decirse. Aún no consigo creerme lo mucho que soy feliz aquí, es como si el sueño de toda una vida se hubiera hecho realidad, pero como siempre, y por desgracia, lo bueno dura poco. Qué le vamos a hacer, supongo que es ley de vida...
El pasado viernes, 7 de diciembre, y coincidiendo con la festividad de Sant'Ambrogio, patrón de Milán, cayó la primera nevada del año. A pesar de que la cantidad de nieve que cayó fuera simbólica fue precioso poder observar desde la ventana y durante unas dos horas cómo todo poco a poco iba tiñéndose de blanco. En teoría muy pronto volverá a nevar; de hecho, podría ser cuestión de días. Como barcelonesa DOC, para mí este fenómeno natural es algo insólito y, por supuesto, me encanta poder estar aquí y disfrutar de ello. Cierto es que las temperaturas no terminan de bajar, que cada día me muero un poco más de frío, sobre todo cuando se alcanzan los cinco grados bajo cero o así... Pero para ello siempre habrá un solución: un cómodo abrigo, una deliciosa taza de café y una bella compañía. Resultado: satisfacción infinita.
Ya están a punto todas las decoraciones navideñas por las calles. La verdad es que nunca antes había visto la ciudad tan bonita como ahora; el gigantesco árbol de navidad en Piazza Duomo, la cúpula de la Galleria iluminada con luces de color azul y destellos blancos y con el escudo de la ciudad en medio, las luces de las calles, los diferentes puestecitos... Es verdaderamente precioso, nunca me canso de hacer fotos.
Ya que he sacado el tema de las paraditas, tengo que contaros qué hice para Sant'Ambrogio: acudí a una feria, la "Fiera degli Oh bej! Oh bej!" (Y sí, el nombre está en mi querido milanés. "Bej" se lee "bei"). Podían encontrarse todo tipo de antigüedades, productos artesanales y muchos objetos más en toda una serie casi infinita de puestecitos que se encontraban a lo largo de los alrededores del Castello Sforzesco. Valía realmente la pena.

También he visitado la Basilica di Sant'Ambrogio, muy bonita, tanto por fuera como por dentro. Recomiendo el tesoro, la pequeña exposición que alberga en su interior; en  él encontraréis mosaicos, vestidos y otros objetos de gran valor e interés cultural.
También hay que destacar los alrededores de la basílica, entre los que se encuentra la Università Cattolica, que tiene un patio interior precioso, y otros edificios cercanos.
Otra basílica interesante es la de Sant'Eustorgio, en la que se dice que están enterrados los Reyes Magos (¡a ver si va a resultar que al final no son los padres!):
Y siguiendo con las ferias y los puestecitos/paraditas ("bancarelle"), os explicaré dónde estuve también ese mismo fin de semana y en qué consistió: estoy hablando de la Fiera dell'Artigianato, que durante más de una semana se celebró en la Fieramilano, ubicada en la localidad de Rho, a las afueras de la capital lombarda. En ella podían verse toda una infinidad de stands ordenados por países y regiones de Italia en los que se vendían productos artesanales y alimentos de todo tipo procedentes de prácticamente todo el mundo. Y sé que tal vez es lamentable y ciertamente vergonzoso, pero podría decirse que fue ver la zona ibérica, o mejor dicho, aquellos puestos en los que había banderas de Catalunya, y salir corriendo hacia allí. Volver a ver los fuets, la sangría, el jamón serrano, los churros y el pulpo a la gallega me hizo sentir feliz (sí, es así) y como si por un momento estuviera un poco más cerca de mi casa. Eso sí, a juzgar por la decoración flamenca, los mantones de manila colgados por todas partes, las fotos de los jardines cordobeses, la música y la infinidad de banderas españolas (tampoco hacía falta), así como banderas sureñas más bien parecía que me encontrase en Andalucía;  por eso, más que en la tierra donde nací, parecía que estuviera en la tierra de donde provienen mis raíces. Por supuesto también observé qué traían los demás países, pero por alguna extraña razón (tal vez la nostalgia de llevar tanto tiempo ya lejos de casa y de los míos), preferí degustar algún que otro alimento ibérico, a pesar de que muy pronto volveré a estar allí.
¡Que viva la Navidad!
Y que viva el café...
Esto es todo por ahora. De nuevo, pido disculpas por no haber podido actualizar antes. Un bacione a tutti!!!