miércoles, 4 de septiembre de 2013

Un paseo por Crema

Seguimos con mis excursiones veraniegas por tierras lombardas. Hoy vengo a hablaros de Crema, una localidad ubicada a 40 kilómetros de la capital de provincia, Cremona, en la que tuve el placer de pasar una tarde estupenda. Nada más llegar nos encontramos con una gran puerta (''Porta Ombriano''), que parece que la hayan construido justamente para darnos la bienvenida al lugar; se puede intentar pasar por debajo a pie, para hacer la gracia, sí, pero algún que otro despistado debería estar atento, ¡ya que los coches también pasan por ahí!
Eso sí, el medio de transporte por excelencia de Crema es la bicicleta; durante toda la visita llegué a ver una infinidad de personas, jóvenes y mayores, mujeres y hombres, circulando incansablemente por las preciosas calles adoquinadas de la ciudad en este vehículo de dos ruedas. Incluso a algunos llegué a encontrármelos en más de una ocasión en diferentes puntos de esta ciudad.
Una de las cosas que más me llamaron la atención fue la belleza de las casas; de diferentes colores, con las típicas contraventanas italianas (para ellos son persianas, y las persianas que normalmente encontramos en Cataluña, las enrollables, allí se conocen como ''tapparelle''), normalmente de color verdoso, y con balcones con flores, plantas y rejas con diseños muy originales. Como en toda buena ciudad italiana, ya sea grande o pequeña, no podían faltar las tiendas de moda y las tiendecitas antiguas.
En lo que vendrían a ser los puntos de interés turístico, podemos destacar el Duomo y la plaza en la que está ubicado, muy agradable para dar un paseo. A un par de kilómetros a pie nos encontramos también con el Santuario de Santa Maria della Croce.
Sin ánimo de quitarle importancia al Duomo, tengo que decir que este último me dejó boquiabierta y fue sin duda lo que más me gustó de la visita.
Mientras me dirigía al santuario, encontré más de un lugar que me llamó la atención, como una cafetería que se llamaba ''Barcelona'' y que estaba decorada con el escudo del Barça y sillas con los nombres de los jugadores y los colores del equipo. No me lo esperaba en absoluto y un poco me arrepentí de no entrar.
También pasé por un hermoso parque, los Giardini Pubblici, con preciosos árboles, altos, robustos, entre los que pasaba un riachuelo.
Cerca de allí también se encontraba un monumento dedicado a Giuseppe Garibaldi por parte de los ''cremaschi'', los habitantes de esta ciudad.
También llegué a ver otra puerta, en mi opinión más bonita todavía que la de la entrada al pueblo.

Y hasta aquí, un breve resumen de todo lo que podéis encontrar en Crema. ¡Espero que os haya gustado y, si pasáis por allí cerca, os animéis a visitarla!

jueves, 22 de agosto de 2013

Bèrghem, Bergamo...

Hace más o menos una semana tuve la oportunidad de visitar Bérgamo. Esta ciudad, capital de la provincia del mismo nombre, está ubicada a unos 40 km al noreste de Milán. Conocida popularmente entre los turistas por el simple hecho de que allí, o para ser más precisos en la localidad de Orio al Serio se encuentra uno de los principales aeropuertos para todos aquellos que quieren moverse por la Lombardía, Bérgamo no se limita a ser un punto de recepción y despegue de flotas de aviones 'low cost', sino que realmente se trata de una hermosa ciudad que vale la pena visitar al menos una vez en la vida.

Uno de los hechos más curiosos de Bérgamo es que está dividida en dos: la Ciudad Alta, compuesta por el casco antiguo y que goza de un gran atractivo histórico y la Ciudad Baja, que contrasta claramente con la primera al representar la parte más moderna de la ciudad.

Ambas están conectadas mediante un funicular.
Personalmente, comencé mi ruta por la Città Alta, ya que de entrada pensé que ofrecería más que la Città Bassa, aunque al final tengo que decir que sí, efectivamente me gustó más la primera, pero la segunda tampoco me dejó indiferente: se trata solo de la contraposición de lo clásico y lo actual, por lo que recomiendo la visita de las dos. Es más, todo se encuentra bastante cerca y no tiene pérdida, por lo que en un día podréis verla bien de sobras.
Algunos de los puntos de la Ciudad Alta que cabe destacar son la Piazza Duomo, la Torre Civica, el Palazzo della Repubblica, la Piazza Vecchia, las murallas vénetas, la Torre de Gombito, la Basilica di Santa Maria Maggiore, el Castello di San Vigilio...
En lo que viene a ser la Ciudad Baja, tenemos la Piazza Matteotti, la Chiesa delle Grazie... A pesar de ser notablemente inferior la cantidad de puntos a destacar, es muy agradable pasear por sus calles empedradas con adoquines y pararse a observar las tiendecitas que podemos encontrar y, ¿por qué no?, tomar un buen helado o un granizado en estos días veraniegos de tanto calor.

Algunas curiosidades para 'frikis' de la lengua como yo:
Pensaba que no vería nada escrito en bergamasco, pero llegué a ver escrito el nombre de la ciudad en este dialecto (que repito, para mí siempre serán lenguas), ''Bèrghem''. Yendo por la carretera también observé que en los letreros con los nombres de algunos pueblecitos lombardos indicaban el nombre tanto en italiano como en dialecto, algo que me encantó y que no me esperaba, ya que por desgracia se están perdiendo y los hablan una minoría, básicamente las personas de avanzada edad que han nacido y crecido en esos lugares.

Luego también comí en un pequeño bar que se llamaba ''Ol Baretì, bar doce bar'', que como no es difícil deducir significa ''El pequeño bar, bar dulce bar''.

Y por último, os dejo con algo que me llamó la atención y que más tarde me arrepentí de no haber probado (ya tengo un buen motivo para volver). La polenta e osëi (''osëi'' significa ''pájaros''; de hecho, se parece mucho al catalán, ''ocells'', y se pronuncia prácticamente igual). Como ya os he dicho alguna que otra vez, la polenta es un alimento muy característico del norte de Italia (aunque también se come en otras zonas del país). Sin embargo, esta es una versión un tanto diferente. Al parecer, se trata de un dulce típico bergamasco hecho a base de bizcocho, azúcar, maíz, harina, aroma de limón y de vainilla, entre otros, adornada con pajaritos de chocolate en la parte superior. Si queréis ver la receta, podéis encontrarla en español aquí.

sábado, 1 de junio de 2013

A taste of ITALY

Manjares exquisitos que solo se pueden encontrar en Italia.

Que Italia es el país donde mejor se come no es ninguna novedad, pero ¿realmente conocemos todo lo que este gran país produce? ¿Se exporta todo? La respuesta es un NO rotundo. De hecho, una de las cosas que más me sorprendieron cuando empecé a vivir allí fue la gran cantidad de alimentos que desconocía, sobre todo la de tipos de pasta y salsas de los que ni siquiera había oído hablar en mi vida. A pesar de que a todos nos pirra el lambrusco, los canelones, los macarrones, los ñoquis, la lasaña; que nos hacen los ojos chiribitas cada vez que nos plantan un buen plato de espaguetis con salsa pesto en la mesa y que nada más percibir el olor de la pizza recién salida del horno nuestras papilas gustativas se revolucionan mientras el estómago comienza a rugir con fiereza implorándonos dicha ingesta hipercalórica con sabor a gloria, queridos amigos, tengo que comunicaros que lo mejor de Italia, lamentablemente, no traspasa las fronteras.

Hace tiempo que me ronda por la cabeza realizar una especie de lista con productos italianos que solo se pueden encontrar allí ―o que al menos, hasta la fecha, no he logrado dar con ellos en Barcelona―. Hoy os traigo una pequeña lista de alimentos y bebidas de lo más variopintos y, como seguramente me dejaré un montón, tarde o temprano haré una segunda parte ―e incluso una tercera, e così via―.


PAN DI STELLE

Sin duda, mis galletas favoritas, las que nunca faltaban en mi casa cuando vivía en Milán. De hecho, cada vez que vuelvo a Italia me compro un paquetito para llevármelas en la maleta que, por desgracia, tiende a durar solo unos días. Son de la marca Mulino Bianco, están hechas a base de chocolate, avellanas y llevan estrellitas de azúcar glas en relieve. Además, también existen otros dulces de Pan di Stelle, como el Mooncake, la ''merenda'', una especie de pastelitos, y los cereales.


MULINO BIANCO
Más allá de las Pan di Stelle, existen toda una infinidad de galletas y pastelitos de esta marca que vale la pena probar. Por nombrar solo algunos ejemplos, tenemos los Abbracci, Tenerezze, Girotondi, Batticuori, Ritornelli, Cornetti de albaricoque... Aunque también hacen tostadas y pan de molde, entre otros productos deliciosos.

Y a pesar de que aquí no se conocen, resulta que Antonio Banderas es la imagen de sus campañas publicitarias desde hace algún que otro año.

BACI

Deliciosos bombones de chocolate con leche o bien de chocolate blanco con una avellana en la parte superior. Todos ellos incluyen un pequeño papel con una hermosa frase. Quizá su nombre se deba a que son tan dulces como un beso.






BRESAOLA

Es un embutido que consiste en carne de ternera curada cortada en finas lonchas. Es típica de la Valtellina, en la provincia lombarda de Sondrio. Recientemente he descubierto gracias a Internet algo que desconocía llamado cecina de vacuno, típica de León, y que podría ser el equivalente español. He leído que, a pesar de ser menos frecuente, en la península ibérica también existe la de toro, caballo, conejo, buey y liebre.

SPECK
Se trata de un tipo de jamón salado ahumado, típico del Trentino-Alto Adige.
PANDORO
Similar al archiconocido Panettone milanés, este dulce hecho a base de huevos harina, azúcar, mantequilla y vainilla, es originario de Verona y es típico de la Navidad.

Para aumentar su sabor y hacerlo aún más exquisito, es habitual añadir crema de ricotta, un producto lácteo similar al queso, que es tradicional en la pastelería italiana y que recomiendo altamente degustar.


COLOMBA
La colomba ―paloma en italiano―, también llamada colomba pasquale; este dulce es típico en Semana Santa. De origen lombardo, aunque también existe una versión similar en Sicilia, es un delicioso dulce hecho a base de harina, mantequilla, huevos, azúcar, cáscara de naranjas confitadas, almendras y azúcar glas, aunque los ingredientes pueden variar. Al parecer, en el caso de la colomba milanesa, fue Dino Villani, el director publicitario de la empresa milanesa Motta, popular por sus panettoni navideños, la que en los años treinta aprovechó la misma maquinaria y pasta para idear un dulce similar al panettone, pero en este caso destinado a la celebración de la Pascua. También existe un dulce muy similar, la Veneziana, cuyos ingredentes vendrían a ser los mismos.




AMARETTI
Su traducción literal sería algo así como ''amarguitos''. Estas galletitas, hechas a base de pasta de almendras, azúcar, clara de huevo, almendras dulces y amargas y huesos de albaricoque. Están presentes en todas las regiones italianas y existen dos tipos: los amaretti de Saronno, secos, que son los que he visto más a menudo, y los de Sassello, blandos.






SPRITZ

Bebida alcohólica de origen véneto elaborada a base de vino Prosecco, licor bitter y agua con gas o soda. Los más comunes son el Aperol Spritz, de color naranja, y el Campari, rojo. Suele acompañar los aperitivos italianos.







CRODINO
Bebida sin alcohol perteneciente al grupo Campari, Se elabora a partir de extractos herbales y azúcar y su nombre proviene de la localidad piamontesa de Crodo.






KRUMIRI
Galletas típicas de la localidad piamontesa de Casale Monferrato. Hechas a base de trigo, azúcar, mantequilla, huevos y vainilla.Creados por Domenico Rossi, un reputado pastelero, les puso este nombre en honor a un licor llamado Krumiro que solía compartir con sus colegas en la Cafetería ''Bottegone'', que este solía frecuentar. Se dice que su forma de manillar recrea el bigote del rey Víctor Manuel II, que casualmente murió el mismo año que se creó la receta de estas galletas, 1878.



TARALLI
Típicos de regiones como Apulia, Campania y Calabria. Los que probé estaban hechos a base de harina, aceite, sal, pimienta e hinojos y son pugliesi (de Apulia), aunque también existen con azúcar, chocolate, vino y otros sabores, según la región.













PASTIGLIE LEONE

Originarios de Turín, estos caramelitos de diferentes sabores ―mandarina, violeta, fresa, vainilla, canela...―, cuya fábrica fue fundada en Turín en 1857 por Luigi Leone ―de ahí el nombre―, no solo están buenísimos, sino que además vienen en una pequeña cajita muy bonita. Los descubrí en 2008 en un área de servicio de Brescia, cuando me encontraba viajando de Milán a Venecia en coche.
Ya entonces me gustaron.




SUPPLÌ
Ya hace años que los conozco y, cuando fui a Roma, me puse las botas con ellos. Típicos de la región del Lacio, son como una especie de croquetas bastante grandes rellenas de mozzarella, arroz y tomate. 




También existe un plato similar siciliano:




ARANCINI
Muy similares a los supplì, el arroz es de color amarillo, ya que llevan azafrán ―se parecería más al arroz de nuestra paella―. Como los supplì, también llevan mucha mozzarella, tomate frito y guisantes, aunque su receta puede variar.

¡¡Y más!! La verdad es que podríamos estar horas y horas hablando de más productos italianos desconocidos en nuestro país y en muchos otros... A esta lista de todos estos alimentos que os acabo de presentar podríamos añadir también cosas que no he visto por aquí, como bebidas con gas con sabor a gengibre, una bebida de color negro llamada Spuma nera o el Chinotto, los innumerables tipos de pasta como los ñoquis de espinacas... ¡Y más! Si tenéis que viajar a Italia próximamente, ¿a qué esperáis para probar alguna de mis sugerencias? Si ya lo hacéis o bien ya lo habéis hecho, ¡decídmelo! Espero vuestros comentarios. :-)

miércoles, 1 de mayo de 2013

PostErasmus: Mi (primera) vuelta a Milán

Si hay algo que caracteriza a los estudiantes que alguna vez han participado en un programa Erasmus es que todos afirman que desearían volver a esa ciudad extranjera donde tuvieron la oportunidad de cursar una parte de su carrera universitaria, ni que sea por una vez en la vida.

Cansada de vagar por las inmediaciones de la UAB y mi facultad sin pena ni gloria, harta de este segundo semestre de mi tercer año, en el que sinceramente son realmente pocas las asignaturas que me están gustando –por no decir ninguna, aunque tampoco es que sea así– y en cierto modo con la depresión postErasmus aún presente –os sorprenderíais con la de páginas web que afirman que existe un síndrome o depresión por la que pasan la mayoría de los estudiantes al volver a casa, tenéis un par de artículos acerca del tema si hacéis clic aquí y aquí... Yo me abstengo de opinar, más que nada porque no quiero irme por las ramas, así que juzguen ustedes mismos–, el pasado 18 de abril volví a aquella maravillosa ciudad en la que en su día tejí tantos sueños que se hicieron realidad, Milán, y a su hermosa provincia, concretamente a Cernusco sul Naviglio, un pueblo precioso que me encanta.
A pesar de que por culpa de mis obligaciones académicas mi vuelta a Milán fue breve, esta resultó de lo más emocionante; no solo volví a la facultad –ya en calidad de exalumna–, en la que pude saludar a algunos de mis antiguos compañeros, profesores y conserjes –al ser viernes, por desgracia no estaban todos–, sino que además volví a pasar por la que durante medio año de mi vida fue mi calle; Via Nicola d'Apulia. Debo admitir que cuando me paré delante de la puerta de mi antigua casa, sin ánimo de sonar melodramática ni exagerada, una sensación extraña se adueñó de mí; era como si no entendiera cómo era posible que ya no tenía las llaves que abrían aquella puerta, cómo podía ser que en el buzón ya figurasen otros nombres –aunque nunca llegué a tener el mío–. A pesar de que en el pasado perdí la cuenta de las veces que maldije aquella casa, en la que nunca acabé de sentirme cómoda del todo y cuya zona de Milán nunca acabó de gustarme, por un momento eché de menos seguir allí. ¡Son tantas las vivencias inolvidables que experimenté en aquella calle y en aquel hogar! ¡Fue allí donde nacieron y dieron fruto tantas historias que me acompañarán para siempre!
Tuve la oportunidad de regresar a mi rincón favorito de Milán, la Piazza Duomo. Cuando vivía en la ciudad y no sabía dónde ir siempre acababa allí, ya fuera para echar un vistazo a las tiendas de la Galleria, mirar souvenirs –en el fondo yo también soy una turista–, ojear libros en la Mondadori o la Rizzoli, tomar algo en el Autogrill o comer un trancio di pizza en Spizzico, entrar en el Duomo o simplemente contemplar su infinidad de detalles; de hecho, tengo que admitir que nunca dejaba de encontrarle algo que no hubiera visto anteriormente, ya fuera por dentro o por fuera. Tampoco la Galleria me dejaba indiferente, al contrario; al igual que el Duomo, cuanto más la veía más me fascinaba.
Tenía una duda existencial y tenía que resolverla sí o sí; ¿habrían acabado ya las obras del Castello Sforzesco? Por culpa de ello no pude ver bien la fachada principal durante mi estancia. Y por suerte, así fue y aquí lo tenéis:
Echaba tanto de menos ver pasar y oír el viejo tranvía... Como en mi antigua calle había una parada, me acostumbré a vivir con su sonido de fondo, fácilmente perceptible desde mi ventana.

Oh, y qué bonita es Cernusco.
¿Tardaré mucho en volver a Milán de nuevo? En realidad se trata de una pregunta trampa, y es que ya hace bastante tiempo que tengo los billetes comprados para regresar dentro de un par de semanas... Pero mi aventura en línea termina aquí; a no ser que ocurra algo insólito durante mis idas y venidas de la ciudad –può darsi–, no lo redactaré por aquí. Me gusta compartir con vosotros mis experiencias en el extranjero, pero no hago más que relataros lo esencial –bueno, tal vez un poquito más, quizá porque me caéis bien–. De todos modos, no estoy diciendo que vaya a cerrar el blog, ¡en absoluto! Mi actividad, como hasta ahora, seguirá. No sé si con mucha frecuencia, ya que por culpa de la universidad apenas tengo tiempo ni inspiración, pero intentaré abarcar varios temas que puedan ser de vuestro interés y de vez en cuando compartiré con vosotros algún artículo o narración de creación propia; recordad que podéis juzgarme y corregirme si lo creéis conveniente, y que toda sugerencia será leída y aceptada.

PD: Os dejo con dos carteles que se encuentran actualmente en el metro de Milán. Ambos pertenecen a una campaña publicitaria para fomentar el turismo de Finlandia. Me gustaron tanto que no pude evitar hacerles una foto, tanto por las imágenes como por los mensajes que en ellas se muestran. Os animo a que las observéis y me digáis cuál de las dos os gusta más y por qué. :-) :

''Si naces en un bosque llevas dentro de ti un rasgo animal''.
''Cuando toda tu vida has vivido cerca del mar, no puedes vivir sin él''.

¡Hasta la próxima!

domingo, 31 de marzo de 2013

No, cazz*

Una volta un professore aveva invitato un vecchio signore tedesco a parlare davanti ai ragazzi, in Italia. Questo signore era proprio tedesco, ma in gioventù era comunista e per questo fu deportato nei campi di lavoro. Lì aveva incontrato molti italiani, aveva parlato con loro e per questo, quando si era trovato di fronte ai ragazzi, aveva scelto di parlare italiano. Racconta le sue cose... E a un certo punto dice "no, cazzo..." e tutti rimangono stupidi. Lui continua, e "no, cazzo...", poi gli fanno delle domande e lui risponde "no, cazzo... Così a un certo punto un collega del professore gli chiese perché mai dicesse sempre "no, cazzo", questo tedesco rimase stupito, chiese come mai gli avesse fatto questa domanda.
Gli spiegarono che dire cazzo per noi è maleducazione, allora il tedesco ha fatto una risata e ha risposto: "Dovete scusarmi. Io sentivo sempre gli italiani dire no cazzo, no cazzo, no cazzo... e credevo che fosse come il francese ne pas.
Lo ricordo sempre questa storiella perché è il modo più semplice per spiegare alle persone che il significato delle parole è il loro uso, e che finché noi non interiorizziamo le parole in base al loro uso vero, non sapremo mai veramente una lingua.

Hoy recupero una vieja anécdota muy divertida que me contó un conocido italiano hace mucho tiempo. No sé por qué me ha venido a la cabeza y, así como la he recordado, he decidido compartirla con todos vosotros. Para facilitar su comprensión, os la traduciré. 

Una vez un profesor invitó a un señor mayor alemán a hablar ante los alumnos en Italia. Este señor era alemán, pero de joven fue comunista y por ello lo deportaron a los campos de concentración. Allí conoció a muchos italianos, habló con ellos y, por ello, cuando se encontró delante de los chicos escogió hablarles en italiano. Contó todo lo que tenía que decir y, a un cierto punto dijo, ''no, cazzo''...'', y todos se quedaron estupefactos. Él siguió hablando y diciendo ''no, cazzo''... Después le hicieron preguntas y él contestaba lo mismo, hasta que en un momento dado un colega del profesor le preguntó por qué motivo este decía siempre ''no, cazzo''. El alemán se quedó pasmado y le preguntó cómo era que le estuviera haciendo esa pregunta. Le explicaron que decir ''cazzo'' para los italianos es de mala educación, entonces el alemán se partió de risa y les contestó: ''Tenéis que disculparme. Yo siempre escuchaba a los italianos decir ''no cazzo, no cazzo, no cazzo, y creía que era como el francés ne pas''.

Es una historia divertida porque es la forma más simple para explicar a las personas que el significado de las palabras es su uso y que hasta que no interiorizamos las palabras en base a su uso verdadero no conseguiremos dominar bien una lengua.


*Para el que no sepa el significado de ''cazzo'', no es nada más y nada menos que el órgano sexual masculino dicho de manera vulgar, pero que en este caso equivaldría a una interjección de molestia que en otro contexto también podría ser de sorpresa; de hecho, como equivalente en castellano tendríamos ''joder'' o ''coño'' según el caso. Para evitar decir la palabra y ser algo más correctos muchas veces se recurre al vocablo ''cavolo'', cuya traducción sería ''col'' y que sería como nuestro ''¡miércoles!''.

viernes, 1 de marzo de 2013

Erasmus: Meravigliosa Verbania

Y seguimos con mi exploración por tierras piamontesas. Por ultimo, y no por ello menos importante, esta vez le toca el turno a Verbania, una ciudad ubicada en esta región, concretamente en la provincia de Verbano-Cusio-Ossola. Como tengo dos amigos por allí, Gabriele B. y Gabriele M. y no está muy lejos de Milán, fui a visitarles. Después de un viaje de una hora y cuarenta y cinco minutos que comenzó en la estación milanesa de Porta Garibaldi en dirección Domodossola y que no se me hizo nada largo ni pesado, llegué a mi destino. El viaje fue de lo más interesante y fascinante, ya que durante el trayecto pude admirar las montañas nevadas que poco a poco iban acercándose más (o yo a ellas, mejor dicho) y toda una serie de paisajes que cuanto menos faltaba para llegar más bonitos eran.
En esta hermosa localidad, de unos 30.000 habitantes, tuve la oportunidad de admirar de cerca el Lago Maggiore, el segundo lago más extenso de Italia detrás del Lago di Garda; es un hermoso lugar ideal para tomar un paseo relajante mientras se observa el lago, las montañas y a lo lejos las Islas Borromeas (Isole Borromee), un grupo de tres pequeñas islas y dos islotes ubicados entre Verbania hacia el norte y la localidad de Stresa al sur.
Islas Borromeas.

También me pareció un lugar de ensueño el Lungolago di Pallanza, la zona de Intra y Villa Taranto; en todos los casos se trataba de paseos en un entorno acuático de lo más idílico, siempre acompañados de los Alpes nevados de fondo. La combinación acuática y montañosa era de lo más curiosa y sensacional.
Sinceramente, disfruté muchísimo de mi visita a esta localidad tan tranquila y me encantaría poder volver para pasar ni que fuera un fin de semana en verano. Es una lástima que un lugar tan hermoso sea desconocido.
Sin más preámbulos, os dejo con unas fotos que encontraréis a lo largo de esta entrada y os animo a que también vosotros os atreváis a descubrir Verbania; ¡no os decepcionará!

lunes, 25 de febrero de 2013

Erasmus: Here we are, in Torino tonight!

Hay viajes que te dejan un buen sabor de boca y los hay que, además de eso, repetirías sin duda una y otra vez, como es el caso de Turín, la capital de la región del Piemonte, ubicada a dos horas de tren desde la Stazione Centrale de Milán y en la que tuve el placer de pasar un fin de semana.
Tal vez muchos sepáis ya que en Turín se encuentra la Sábana Santa o Sudario, conocida en italiano como la Sindone (léase como ''síndone'', por favor), una tela de lino que muestra claramente las marcas de un cuerpo humano, como si se tratase de una fotocopia de los pies a la cabeza, y que durante siglos se ha defendido la teoría de que se colocó sobre el cuerpo de Jesucristo al morir. Por desgracia, el sudario original se encuentra protegido y custodiado en el Duomo de Turín, cuya visita también es obligatoria y del que me fascinaron los extraordinarios frescos de la parte superior, y donde podemos contemplar una copia de la famosa sábana; se encuentra unido al Museo della Sindone, que también vale la pena visitar para saciar nuestra curiosidad sobre este objeto insólito y que durante tantos años ha sido (y sigue siendo) objeto de estudio.
Sin embargo, tal vez el símbolo más representativo de Turín sea la Mole Antonelliana; construida a finales del siglo XIX a cargo del arquitecto Alessandro Antonelli (nótese que el nombre de su obra deriva de su apellido). Originalmente diseñada para ser una sinagoga judía y como símbolo de la libertad y la tolerancia religiosa que había sido garantizada a los grupos no católicos, la relación entre el arquitecto y esta comunidad no era buena, con lo que después de toda una serie de discordancias el resultado final cambió significativamente respecto a la idea original, se construyó un edificio que alcalzó los 167 metros en lugar de los 47 previstos, suponiendo un aumento significativo en los costes y en el tiempo de construcción de esta; al final, la comunidad judía detuvo su edificación y se dejó un techo provisional.
Las obras terminaron retomándose hasta alcanzar los 167 metros actuales, pero a causa de un terremoto y una fuerte tormenta que hicieron caer gran parte de su estructura se tuvo que reconstruir en 1961 con una nueva armadura, esta vez metálica, recubierta de piedra, y cuyo interior fue confeccionado con grandes arcos de cemento. Actualmente, no solo es la cara de la ciudad, sino que además alberga el Museo Nacional del Cine, el más importante del país (por cierto, en esta ciudad también se encuentra un prestigioso museo egipcio que por desgracia por falta de tiempo no pude visitar), y como dato anecdótico podríamos añadir que su imagen se encuentra en el reverso de las monedas de dos céntimos de euro italianas. Su subida es más que recomendable; tal vez causa cierto vértigo al estar en el ascensor, pero vale la pena y desde lo alto podréis disfrutar de una hermosa vista panorámica de la ciudad (¡a no ser que sea un día de niebla, como fue en mi caso!). Oh, otro dato anecdótico; en 2006, Turín hospitó los Juegos Olímpicos de invierno, hecho que revolucionó la ciudad y mejoró notablemente sus infraestructuras.
Otros lugares interesantes de esta ciudad son la Piazza San Carlo, donde encontramos dos iglesias prácticamente juntas y muy similares estéticamente, la Chiesa di Santa Cristina y la Chiesa di San Carlo, y el Monumento a Emanuele Filiberto  (muy parecido al que encontramos dedicado a Vittorio Emanuele II en la Piazza del Duomo de Milán); el Palazzo Madama en la Piazza Castello, donde como su nombre indica también podemos encontramos un castillo, el Castello del Valentino; también es de interés el Palazzo Reale, donde además se pueden contemplar los restos de un teatro romano.
Pero uno de los lugares por los que más me gustó pasar fue el camino por un hermoso puente que cruza el río Po (no sé si lo sabíais, pero siempre he adorado los puentes: ¡son una de mis pasiones arquitectónicas!) y que nos conduce hasta la Chiesa della Gran Madre di Dio; cerca de este lugar se puede tomar un autobús que nos llevará hasta Sassi, donde si tomamos el tranvía podremos llegar hasta la Basilica di Superga, cuya visita calificaría como más que obligatoria, sobre todo si os gustan los tranvías antiguos tanto como a mí, una pasión que en mi caso nació al vivir en Milán, y que realmente vale la pena por los hermosos paisajes de montaña que podréis observar durante el trayecto y al llegar al destino. En la basílica también se encuentran las tumbas de los saboya. Lo que más me gustó de Superga fueron aquellas hermosas vistas que además, al ir por la tarde, pude contemplar con un atardecer de ensueño; ¡la de fotos que hice! Perdí la cuenta.
Me gustaron mucho las calles turinesas y las tiendas antiguas como las pastelerías típicas; a veces incluso me parecía estar paseando por Barcelona. Eso sí, si debemos comparar Turín con alguna ciudad, esta es sin duda Milán; ambas son muy industriales y durante décadas han acogido a una gran multitud de inmigrantes italianos sureños que han acabado estableciéndose en el norte y que son los padres y los abuelos de la mayoría de los actuales milaneses y turineses. Entre los establecimientos que visité, me gustaría destacar la Pizzeria La Caravella, en la que degusté una pizza margarita con mozzarella de búfala para chuparse los dedos y donde no me importaría volver si en un futuro me dejo volver a ver por Turín. También me gustaron los numerosos puestecitos de libros antiguos que había por sus calles; de hecho, en uno de ellos me compré una edición antigua del Decameron de Boccaccio por solo 7'50€ (increíble, pero cierto; ¡menuda ganga!), dividida en dos tomos dentro de un estuche; es una obra de coleccionista que quiero llegar a leer en versión original, tal y como lo compré, y cuya comprensión, por lo que pude ojear en sus páginas, tampoco es extremadamente difícil; está en italiano antiguo, pero se entiende bastante bien e incluso me entran las ganas de traducir al castellano o al catalán algún fragmento (aunque ya existan sus correspondientes ediciones).
Así que sí, queridos lectores; me encantó visitar Turín y espero poder volver algún día. Os la recomiendo abiertamente a todos, pero sobre todo a los amantes de Milán, los ''milanófilos'' (vaya, igual hasta acabo de crear un concepto para expresar el amor por la ciudad meneghina) como yo.