viernes, 24 de agosto de 2012

FTI - la revista de la facultad de traducción + FrikArte

¡Hola! Tenía pendiente desde hace siglos comentaros un proyecto en el que participé el pasado curso académico: se trata de una revista para mi facultad, la FTI, llevada a cabo por los estudiantes de esta. Por problemas de presupuesto, el proyecto no acabó de funcionar y se retrasó bastante la publicación del primer número, en el que realicé un artículo en homenaje al fallecido Steve Jobs y en el que además tuve el placer de entrevistar en inglés a Karen, una estupenda profesora estadounidense que se jubiló este curso y que nunca olvidaré, ya que sus clases siempre fueron muy divertidas a la par de interesantes y útiles, pero no solo eso, sino que además siempre estuvo ahí cuando la necesité y no solo nos dio clases de inglés, sino también de cómo afrontar la vida: con optimismo, con ilusión. Con la vitalidad y el buen humor que ella siempre transmitió en el aula.

Aquí tenéis el resultado de una amena entrevista de más de dos horas de duración cuyas preguntas preparé con gran ilusión, centrándome en el pasado, el presente y el futuro; aunque inicialmente resultó un tanto complicado transcribir y plasmarlo todo en papel debido a la gran cantidad de anécdotas interesantes que la profesora me explicó, gracias a la colaboración de mis compañeros logramos adaptarlo. Me encantó el resultado y creo que fue un gran homenaje a Karen por parte de los estudiantes de una facultad que, sin duda, la echará mucho de menos.

Para leerla, haced clic aquí.

Me gustaría destacar el siguiente fragmento, refleja a la perfección la filosofía que ella siempre nos transmitió:
And the only advice I would give to you students would be “just keep looking for the right job, the right place for you to be.” I realize, of course, that now, in this terrible economy, you have to do whatever it takes to earn your money, obviously, but it doesn’t mean you have to do ‘whatever’ to make money your whole life. Because it’s just such a sure thing: if you enjoy what you’re doing, you’ll do it well. And if you’re lucky and you do it well, you’ll get rewarded, be it spiritually, or, hopefully financially, or at least you’ll know you are doing what is best for you to do.

Y este es mi artículo en homenaje a Steve Jobs. A la derecha, además, encontraréis un artículo muy interesante de un compañero en inglés con los productos más exitosos que Apple
Para leerlo, haced clic aquí.

Os dejo aquí el primer número, que podéis leer online a través de este enlace:
http://issuu.com/efatei/docs/efatei1

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También colaboré esporádicamente para FrikArte, una gaceta electrónica en la que podéis encontrar artículos y reportajes relacionados con los videojuegos, el cine, la televisión, la música, Internet, YouTube y la literatura; en mi primer artículo rendí un pequeño homenaje a Ray Bradbury, el escritor de best-sellers como Fahrenheit 451, con motivo de su muerte. Lo encontráis haciendo clic aquí. También anuncié los detalles de la llegada de un nuevo libro de J.K. Rowling (lo tenéis aquí).



No me disgustó el proyecto, aunque por falta de tiempo no pude continuar. No descarto seguir colaborando en un futuro, ya que la experiencia me gustó mucho.

miércoles, 22 de agosto de 2012

¡Bienvenidos a Palma de Mallorca!


Hace algunos días regresé de un viaje a Palma de Mallorca que resultó fantástico. Pese a que tengo familiares allí, era la primera vez que visitaba esta maravillosa isla balear. Fundamentalmente descubrí Palma; me quedé impresionada ante el esplendor de aquella magnífica catedral, una de las más bonitas que he visto jamás; me perdí por el Paseo del Borne ―donde además tuve la oportunidad de poder presenciar el Ball de bot, la danza tradicional de ''Ses Illes'', y los trajes regionales―, visité la Rambla ―en la que encontré una inconfundible escultura de Chillida, ''Lugar de encuentro V''―, descubrí la curiosa Fuente de las Tortugas y una escultura dedicada a Ramon Llull con la que evidentemente me hice una foto ―ni que fuera para conmemorar que las clases de historia ya habían terminado y por todo lo que he aprendido este curso―, paseé por la Plaza España... Y tantas otras calles maravillosas en las que siempre había algo curioso que observar y fotografiar. ¿Que empezaba a tener algo de hambre? Una visita a Can Joan de S'Aigo y a matar el gusanillo con un helado de almendra y una ensaimada. Emblemático lugar, por cierto. Se trataba de una lujosa cafetería decorada de forma exquisita, como todos los manjares que podían degustarse allí a un módico precio ―no es de extrañar las largas colas que se formaban en la puerta del local―.

También me pasé por la localidad de Calvià; me bañé en una de sus playas y fui a Puerto Portals, un paseo marítimo muy lujoso que no me entusiasmó más que el paseo marítimo de Palma. También tuve la oportunidad de pasar un día en la hermosa Sóller; cogí el emblemático ferrocarril que conecta Palma con esta población desde hace exactamente cien años y, tras un precioso trayecto por la montaña, una vez llegué, paseé por el pueblo, hice fotografías de su catedral y, después, tomé el tranvía a fin de llegar al puerto y darme un baño refrescante que me liberase momentáneamente de aquel bochornoso clima estival ―muy similar al de Barcelona, al menos en aquel momento―; ¡qué maravilla de playa! El agua era cristalina, podía admirarse el fondo marino y los pequeños peces sin ninguna dificultad.


Otro de los días visité Valldemossa; vi la Cartuja, paseé por preciosos los Jardines de Juan Carlos I ―lugar donde Frédéric Chopin y George Sand tomaron como fuente de inspiración para sus obras musicales y literarias respectivamente―, degusté la típica coca de patata de allí, descubrí las bonitas telas de llengos, los siurells... ¡Me ''mallorquinicé''! De hecho, también intenté aprender ''mallorquín''. Me encantan sus peculiaridades y me lo pasé genial dejando a un lado por un momento mi catalán barcelonés intentando imitar el acento de la isla.


Pese a que solo estuve unos días, los aproveché al máximo y me lo pasé en grande al lado de mi familia. ¡Ojalá podamos vernos más a menudo a partir de ahora! Fue un placer estar con ellos en todo momento y me sentí como si estuviera en mi propia casa. Mi agradecimiento no puede ser sino mayor que infinito.

No puedo terminar esta entrada sin añadir alguna que otra imagen que, pese a no aparecer en los collages, deberían constar en esta entrada:


Lo que yo bauticé como ''El coche de Facebook'' (o de Mark Zuckerberg). En realidad se trataba de una publicidad de una inmobiliaria. Me lo encontré paseando por Palma y no desaproveché la ocasión de hacerme una foto imitando el ''Me gusta''.

Una foto de la Catedral de Palma y sus alrededores que me encanta cómo me quedó. Parece una postal.

Una foto que ya estoy acostumbrada a hacer vaya donde vaya: las vistas desde la ventanilla del avión. En este caso estaba saliendo de la isla y me dirigía rumbo a la península...


¿Cuál será mi próximo destino? ¡El Erasmus se acerca cada vez más y más! Milán, no te temo: ¡todo lo contrario! no puedo esperar más para volver a las maravillosas tierras lombardas... Esta vez, además, por la puerta grande. ¡Faltan poco más de 20 días para aterrizar en Italia de nuevo! :-)

martes, 7 de agosto de 2012

Don't judge a book by its cover


Aquel libro no le gustaba. Lo encontraba insulso, repetitivo y la traducción era demasiado literal. Lo único que le pareció divertido fue el hecho de que las excentricidades del autor se vieran reflejadas a la perfección en aquellos ríos de tinta. Lo dejó momentáneamente sobre la madera carcomida y se asomó a la ventana para dejarse seducir una vez más por aquella luna que alumbraba la calle y cuya luz se filtraba en el interior de la habitación. Formaba un círculo de luz fulgurante perfecto, simétrico, completamente visible gracias a la ausencia de nubes y a la escasa contaminación de aquella área rural. Mientras observaba el satélite natural terrestre realizó una y otra vez un viaje a través de la mente por el que transcurrían las instantáneas de lo que podría llegar a ser un futuro próximo. Para ello se basaba en sus propias predicciones y en el cúmulo de dudas que la abordaban desde hacía tiempo.

―No temas, Eleonora. Confía en ti y en tu potencial. Lo conseguirás.

Le resultaba divertida la facilidad que tenían los demás para deshacerse en halagos que ella nunca lograba entender y que consideraba que le venían demasiado grandes. En ocasiones intentaba tenerlos un tanto más presentes, pero tan pronto como lo hacía, un vendaval le arrebataba todas las esperanzas cosechadas.

Pero la luna la reconfortaba. Era su fiel compañera de la noche; su amiga, su protectora. Había perdido la cuenta de todas las noches en vela en las que el insomnio la llevaba a observar la luna morir. Lo hacía sentada en el alféizar por mucho que su abuela le reiterase que dejara de repetir esa peligrosa costumbre y con la compañía de un libro de su biblioteca personal que solía escoger al azar. Custodiaba todo tipo de obras: desde las ediciones especiales de títulos de siglos pasados de un valor incalculable hasta éxitos de ventas que le habían regalado alguna vez por su cumpleaños y que en tantas ocasiones no habían sido un gran acierto; y es que aquellos no eran más que un conjunto de palabras, oraciones, párrafos y páginas que no le hacían soñar con los ojos abiertos ni conseguían despertar en ella ningún tipo de emoción o inquietud.

Todas las noches le apetecía leer una historia distinta. Nunca se tomaba con prisa terminar de leer ninguno de sus ejemplares: podía estar leyendo una veintena de libros a la vez y tardar en terminarlos un año, o quizá nunca. Necesitaba sumergirse en mundos diferentes a diario y romper con la hastiosa rutina. El libro de aquella noche, como rara vez, estaba por empezar. Nunca le había llamado especialmente la atención y había pasado inadvertido hasta aquel instante. Lo adquirió en un mercado medieval de antigüedades por cinco libras hacía tres años. Era una de tantas obras que durante siglos se había reiterado que el ser humano no debería morir sin haberlas leído. Nunca le llamó especialmente la atención, pero un buen día se presentó ante ella la ocasión perfecta para adquirirlo y decidió incluirlo en su colección y darle una oportunidad más adelante. Aquella noche volvió a confirmarse que su instinto no la había engañado, que aquella voluminosa obra podría llegar a generarle más problemas de espacio en la estantería que momentos de lectura placentera. Pero tal vez era cuestión de tiempo; no debía sentenciarlo tan pronto, ni a él ni a aquel controvertido autor, y su mente, que aquella noche se encontraba demasiado saturada, tampoco había colaborado en tal ardua tarea.

¿Merecen los libros una segunda oportunidad? Sea como sea, y como dice el proverbio inglés, nunca debemos juzgar un libro por su portada.

Foto: Deviantart.