viernes, 28 de septiembre de 2012

Erasmus: aperitiveando en Milán

Aperitivi. Shopping. Universidad. Vida social. Piazza Affari.

Una de las costumbres milanesas más arraigadas es la del aperitivo. A pesar de que puede encontrarse por toda Italia y sobre todo en el norte, Milán es la reina de esta tradición. Como habitante de la capital lombarda, decidí descubrir de qué se trataba de primera mano.


Es muy simple: acudes a un bar a eso de las siete u ocho de la tarde (también se puede ir más tarde, sobre todo si aún no te has acostumbrado a los horarios italianos, ya que coinciden bastante con la media europea, pero yo os recomiendo que os habituéis a los horarios locales tan pronto como sea posible, porque rigen el ritmo de vida diario de la ciudad); escoges una de las bebidas de la carta (puede ser un cóctel, un refresco...), que en general valen ocho o diez euros y por ese precio, además, puedes comer tantos platos de comida como desees: es una especie de buffet libre creado para que puedas acompañar tu bebida tanto como te plazca. Hay quien va a picar y quien cena. Yo recomiendo esta última, ya que me parece una tontería estar pagando lo mismo independientemente de lo que elijas y que luego sigas comiendo en casa. Sin embargo, los autóctonos suelen comer muy poco, ya que básicamente acuden allí a tomarse algo, pero veréis que todos los demás cenan (cenamos). Centrándonos en los platos, no todo es comida italiana (¡ni mucho menos!), podréis encontrar alimentos típicos de otros países, como cuscús o frijoles, pero evidentemente la presencia de platos típicos es significativa.

Durante estos últimos días he estado un tanto aletargada: cogí un resfriado que me mantuvo fuera de combate durante unos días y apenas pude hacer nada interesante, ya que tan pronto como salía regresaba a casa todavía más enferma (¡y eso que no he ido a fiestas ni nada por el estilo!), pero en unos días, gracias al reposo y a un medicamento que me dieron en la farmacia cuyo nombre era ''Tachiflu'' (se pronunciaría ''takiflú''), ya vuelvo a estar fuerte como un roble y al pie del cañón. De todas formas, algo he ido haciendo; uno de estos días salí a tomar algo con algunos amigos españoles como Juanlu de Madrid, que por fin llegó a Milán, y además conocimos a algunas chicas alemanas la mar de simpáticas y comunicativas a las que espero volver a ver. Otro día fui a la oficina de correos (Poste Italiane) de la Stazione Centrale para enviar algunas cosas a Barcelona y de paso aprender su funcionamiento, que al igual que en España es muy sencillo, y después entré en una tienda de Benetton que estaba en la misma estación: estaban haciendo liquidación y había productos muy rebajados: para mi sorpresa, encontré un jersey del que me enamoré nada más verlo que pese a que inicialmente costaba 50 euros su precio bajó a ¡12€! Evidentemente me lo compré, ya que no podía dejar escapar una ganga así. Cierto es que en Milán, la capital de la moda, la ropa suele tener unos precios bastante prohibitivos, pero de vez en cuando pueden encontrarse gangas que valen mucho la pena. Además, una vez al año no hace daño, ¿no?

Otras de mis recientes adquisiciones han sido tres libros de bolsillo, a 50 céntimos cada uno. Los encontré por casualidad en un kiosco de mi parada de metro y, como tengo muchísimas ganas de leer en italiano y una ocasión así no podía dejarse escapar, me los compré. ¡Ahora ya tengo algo para leer en mis trayectos de metro!



Ayer por la mañana tuve que volver a mi facultad de Milán para comunicarles las asignaturas que quería cursar y para que me hicieran el horario de acuerdo a mis pretensiones. Por suerte, todo fue muy bien y no tuve ningún problema, ya que podré cursar todas las asignaturas que me planteé y ninguna de ellas se me solapará con ninguna otra. De hecho, me atendió una señora muy campechana y divertida, que además me felicitó por mi nivel de italiano (bueno, supongo que cada uno hace lo que puede en la medida de sus posibilidades...) y que me aseguró que gracias a ello no tendría problemas con las asignaturas pensadas para nativos, como traducción del español al italiano e interpretación ES-IT (¡eso espero!). Además, las tres asignaturas de la UAB que decidí cursar a distancia podré seguirlas por Internet sin ningún tipo de complicaciones. Así que sí, así es: ¡he conseguido que el plan establecido marche viento en popa!

Este es mi horario. Como podréis apreciar, tiene muchísimos espacios en blanco (sobre todo el miércoles, día en el que no tendré ninguna clase). Es bastante ligero, pero prefiero que así sea (¡al fin y al cabo, estoy de Erasmus!), y a esto hay que añadirle tres asignaturas más. En total sumo 33 créditos; teniendo en cuenta que la media por semestre es de 30, no está nada mal. Incluso podría decirse que hago de más.
Ayer fue uno de los días más divertidos desde que llegué a Milán. Me reuní en la Piazza San Babila con Juanlu y dos amigos suyos de Venezuela, Catherine y Alfredo, y nos unimos a un recorrido turístico organizado por la asociación ESN (Erasmus Student Network) del Politecnico di Milano (una especie de Universidad Politécnica de Catalunya en versión milanesa): pese a que todos ellos iban a estudiar en esta universidad, todo el mundo podía unirse y nadie me miró mal al descubrir que estudiaba traducción e interpretación, que venía de la UAB y que iba a estudiar en la Carlo Bo (una facultad desconocida hasta la fecha para todos ellos). Así que entre ingenieros y arquitectos me dispuse a patearme todo el centro de Milán entre risas y buenas conversaciones.


En esta ruta conocí a Clara, de Madrid; Gildas y Thomas, de Francia; Francesc, de Palma; Tina, de Granada; Vicente, de Alicante; Diana, de Italia; Jair, de México; Juan, de Colombia, y muchísimos más cuyos nombres por desgracia no recuerdo. Paseamos por algunas calles estrechas llenas de tiendas de ropa y relojería para bolsillos ilimitados, fuimos al Castello Sforzesco (que, lamentablemente, está en obras y de esta forma pierde bastante encanto), fuimos a la Piazza Affari (Plaza de los Negocios) y nos reímos muchísimo con la escultura del Dito (dedo) de Cattelan: sí, es lo que se ve por la foto, tal cual, y está situado justo delante de la Borsa Italiana, la principal bolsa de valores de Italia. ¿Qué puede significar exactamente? Hay varias teorías, como que es lo que la economía nos está haciendo o bien lo que el pueblo piensa de la economía. Por lo visto, Maurizio Cattelan, un artista más bien controvertido y pintoresco, dijo que si el monumento se cambiaba de lugar se lo llevaba a su casa. A pesar de la polémica que desató la obra, dos años después permanece en su lugar desde el día de su inauguración, en septiembre de 2010.

Aquí tenéis una perspectiva más detallada de la escultura:

 ¿Qué os parece? Fuera cual fuera la intención del autor, a mí me parece un acto de protesta fantástico.

Cuando dio por finalizado el tour, muchos de nosotros continuamos nuestro recorrido por las calles del centro de Milán y acabamos en un pub donde disfrutamos de un aperitivo de lo más completo y ameno.

Algunas fotos de la velada:

¡Qué bien me lo pasé! Y menos mal que seguiremos en contacto, porque al no ser del Politecnico lo tengo un poco mal para volver a verles si no hacemos uso de las vías de comunicación cibernéticas. Espero que volvamos a encontrarnos, ¡fue un placer conoceros!

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