jueves, 15 de noviembre de 2012

Erasmus: Un tren para Piacenza

Hace unos días tuve el placer de poder visitar a mi amiga Ona en Piacenza y pasar el fin de semana en muy buena compañía. Esta ciudad, capital de la provincia homónima, pertenece a la región de Emilia-Romagna y está a unos 70 km de Milán; el tren tarda unos 50 minutos en llegar desde la Stazione Centrale y cuesta unos 6€ por trayecto.
Llegué allí en una fría y nebulosa mañana de sábado, con una lluvia incesante que nos hizo compañía hasta las tantas de la madrugada. De todas formas, eso no nos impidió que nos lo pasáramos muy, muy bien. Vimos la ciudad, nos perdimos por sus calles, visitamos alguna tienda de ropa, comimos en una fantástica piadinería, un pequeño restaurante en el que se servían, tal y como su nombre indica, diferentes tipos de piadinas, al gusto del consumidor. Este plato, para quien no lo conozca, está elaborado con harina de trigo y otros alimentos, como el queso, que en numerosas ocasiones es el de la Romaña, el squaquerone, y que normalmente va acompañado de rúcula, jamón, champiñones y muchos otros ingredientes posibles. A pesar de ser típico de esta región, puede encontrarse por toda Italia (de hecho, en Milán ya había tenido la oportunidad de comer alguna).
Los principales puntos de interés a los que acudí fueron el Duomo de Piacenza, el Palacio Gótico, las estatuas ecuestres de la Piazza dei Cavalli, el ayuntamiento y un parque muy agradable que estaba cerca de la estación. Sin embargo, una de las cosas que más me gustaron de esta ciudad fueron los árboles: los troncos normalmente eran de color muy negro y las hojas, de tonalidades intensas que variaban entre el amarillo, el rosa y el rojo. Era una combinación muy atractiva a la vista.
Por la noche, después de una fantástica cena con algunos de los compañeros de piso y amigos de Ona para la que preparamos una quiche (un tanto accidentada) y un poco de pa amb tomàquet (¡que se note que somos catalanas!), acudimos a una pequeña discoteca, el BoeriSabato Club, en el que después de un concierto de música rock pudimos disfrutar de una amplia sesión en la que sonaron temas clásicos de diferentes géneros y muy bailables como 99 Luftballons de Nena, Blue de Eiffel 65, hasta canciones actuales como Uprising de Muse o Train de Paul Kalkbrenner. En general toda la música era muy buena.
Al día siguiente, los piacentinos celebraban el Verano de San Martín (Estate di San Martino), por lo que había una feria con diferentes paradas de comida y bisutería, talleres, personas disfrazadas de la época medieval y algún pequeño concierto en la calle. De hecho, la música nos acompañaba allá donde fuéramos, ya que a través de los diferentes altavoces que había distribuidos por el camino sonaban melodías medievales con gaitas y percusiones. Por un momento te transportabas a otra época.
 Fue un fin de semana muy productivo, me lo pasé en grande y me quedé con las ganas de volver alguna vez. ¡Espero poder hacerlo! Y a Ona, ¡nos vemos en Barcelona muy pronto! ;-)

Aprovecho esta entrada para dejar el estampado de una camiseta que vi en una tienda de esta ciudad que me encantó:
Algún día llevaré un infinito en la piel. ∞

No hay comentarios:

Publicar un comentario