miércoles, 22 de agosto de 2012

¡Bienvenidos a Palma de Mallorca!


Hace algunos días regresé de un viaje a Palma de Mallorca que resultó fantástico. Pese a que tengo familiares allí, era la primera vez que visitaba esta maravillosa isla balear. Fundamentalmente descubrí Palma; me quedé impresionada ante el esplendor de aquella magnífica catedral, una de las más bonitas que he visto jamás; me perdí por el Paseo del Borne ―donde además tuve la oportunidad de poder presenciar el Ball de bot, la danza tradicional de ''Ses Illes'', y los trajes regionales―, visité la Rambla ―en la que encontré una inconfundible escultura de Chillida, ''Lugar de encuentro V''―, descubrí la curiosa Fuente de las Tortugas y una escultura dedicada a Ramon Llull con la que evidentemente me hice una foto ―ni que fuera para conmemorar que las clases de historia ya habían terminado y por todo lo que he aprendido este curso―, paseé por la Plaza España... Y tantas otras calles maravillosas en las que siempre había algo curioso que observar y fotografiar. ¿Que empezaba a tener algo de hambre? Una visita a Can Joan de S'Aigo y a matar el gusanillo con un helado de almendra y una ensaimada. Emblemático lugar, por cierto. Se trataba de una lujosa cafetería decorada de forma exquisita, como todos los manjares que podían degustarse allí a un módico precio ―no es de extrañar las largas colas que se formaban en la puerta del local―.

También me pasé por la localidad de Calvià; me bañé en una de sus playas y fui a Puerto Portals, un paseo marítimo muy lujoso que no me entusiasmó más que el paseo marítimo de Palma. También tuve la oportunidad de pasar un día en la hermosa Sóller; cogí el emblemático ferrocarril que conecta Palma con esta población desde hace exactamente cien años y, tras un precioso trayecto por la montaña, una vez llegué, paseé por el pueblo, hice fotografías de su catedral y, después, tomé el tranvía a fin de llegar al puerto y darme un baño refrescante que me liberase momentáneamente de aquel bochornoso clima estival ―muy similar al de Barcelona, al menos en aquel momento―; ¡qué maravilla de playa! El agua era cristalina, podía admirarse el fondo marino y los pequeños peces sin ninguna dificultad.


Otro de los días visité Valldemossa; vi la Cartuja, paseé por preciosos los Jardines de Juan Carlos I ―lugar donde Frédéric Chopin y George Sand tomaron como fuente de inspiración para sus obras musicales y literarias respectivamente―, degusté la típica coca de patata de allí, descubrí las bonitas telas de llengos, los siurells... ¡Me ''mallorquinicé''! De hecho, también intenté aprender ''mallorquín''. Me encantan sus peculiaridades y me lo pasé genial dejando a un lado por un momento mi catalán barcelonés intentando imitar el acento de la isla.


Pese a que solo estuve unos días, los aproveché al máximo y me lo pasé en grande al lado de mi familia. ¡Ojalá podamos vernos más a menudo a partir de ahora! Fue un placer estar con ellos en todo momento y me sentí como si estuviera en mi propia casa. Mi agradecimiento no puede ser sino mayor que infinito.

No puedo terminar esta entrada sin añadir alguna que otra imagen que, pese a no aparecer en los collages, deberían constar en esta entrada:


Lo que yo bauticé como ''El coche de Facebook'' (o de Mark Zuckerberg). En realidad se trataba de una publicidad de una inmobiliaria. Me lo encontré paseando por Palma y no desaproveché la ocasión de hacerme una foto imitando el ''Me gusta''.

Una foto de la Catedral de Palma y sus alrededores que me encanta cómo me quedó. Parece una postal.

Una foto que ya estoy acostumbrada a hacer vaya donde vaya: las vistas desde la ventanilla del avión. En este caso estaba saliendo de la isla y me dirigía rumbo a la península...


¿Cuál será mi próximo destino? ¡El Erasmus se acerca cada vez más y más! Milán, no te temo: ¡todo lo contrario! no puedo esperar más para volver a las maravillosas tierras lombardas... Esta vez, además, por la puerta grande. ¡Faltan poco más de 20 días para aterrizar en Italia de nuevo! :-)

No hay comentarios:

Publicar un comentario