sábado, 12 de mayo de 2012

Descubriendo Nottingham

''The world is a book, and those who do not travel read only a page.''
— Saint Augustine.

Siempre he creído que, al volver de un viaje, algo ha cambiado en nuestro interior. Para ello, no tiene por qué tratarse necesariamente de un país demasiado lejano, ni de una estancia duradera. Pueden ser cambios banales, insignificantes hasta cierto punto, como comenzar a beber zumo de manzana a menudo porque en Inglaterra así lo hiciste y con el paso de los días te acostumbraste a esa bebida que, hasta entonces, no estabas habituado a tomar porque no se hace con frecuencia en tu lugar de origen.

Recientemente leí que viajar es la única cosa que compramos que nos hace más ricos. Me gustaría añadir la frase de Miguel de Unamuno que dice que ''el fascismo se cura leyendo, y el racismo viajando''. Transportándonos a otro lugar nos abrimos a otras culturas, a otros colectivos que piensan diferente, pero que en el fondo son iguales a nosotros, ya que cuentan con las mismas capacidades físicas y afectivas pese a que al vivir en un lugar distinto han estado condicionados por otros factores como la religión, el modelo de familia y las tradiciones que no siempre se asemejan a las nuestras. Sea como sea, viajar nos hace libres. Poder escoger un destino y surcar las nubes con total libertad, moverte por un ambiente diferente al que engloba tu rutina, poder conocer a personas de diferentes nacionalidades... Todo lo que nos ofrece la oportunidad de desplazarnos de un lugar a otro es mágico.

Hace tan solo unos días emprendí una travesía aérea hacia Nottingham, en Inglaterra. Todo comenzó gracias a Mark, un buen amigo que reside en West Bridgford, una ciudad que se encuentra al lado, y al que decidí ir a visitar. El avión despegó a eso de las cuatro menos cuarto el pasado viernes 4 en el aeropuerto de El Prat y llegó sobre las cuatro (hora local, es decir, una hora menos que en España). En total, unas dos horas de vuelo. Volví el pasado lunes 7, salí del aeropuerto de East Midlands a las doce menos cuarto de allí y llegué sobre las dos y media de aquí, ya que el avión tardó un poco más de lo previsto en despegar. Al tratarse de un viaje tan corto, sí, efectivamente, se me pasó volando (y valga la redundancia). Sin embargo, aproveché al máximo todos aquellos días por allí. Por ejemplo, visité Sherwood, el mítico bosque de Robin Hood, y me perdí por aquellos senderos, dejándome llevar por los sentidos: el olor a naturaleza, ver los fantásticos árboles que allí se yerguen, el ruido que provocan los pies al pisar un montículo de hojas secas...  Era un bosque que ofrecía posibilidades muy variopintas, desde poder sentarte con total tranquilidad a reflexionar y abstraerte del mundo hasta poder disfrutar de un buen picnic en compañía y, para rematar, practicar tiro con arco.


Una de las maravillas que más me llamaron especialmente la atención fueron los campos de oro. Me tomé la licencia de bautizarlos así porque me recordaron a la canción Fields Of Gold de Sting. Tuve el placer de poder observarlos tanto desde el coche, en cada trayecto, como desde el mismísimo avión. Desconozco de qué se trataba, pero me recordaron a las mimosas. ¿Lo serían? No lo sé. También tuve la oportunidad de dar un paseo relajante y muy inspirador por la zona del Trent Bridge, a orillas del río que da nombre al puente y a la universidad de allí (Nottingham Trent University), cuyas facultades pude ver de paso. Caminé por los dos puentes que se encontraban allí, fotografié a los patos y a los gansos que se encontraban a su libre albedrío, me tomé un helado delicioso de nata cubierto de fresa que un amable señor me sirvió en una furgoneta de dulces y otros alimentos... Fue fantástico. También vi el castillo de Nottingham y los jardines, y el centro de la ciudad, que era muy urbano y en el que se respiraba mucha vida gracias a la gran cantidad de viandantes que transitaban de aquí para allá y los buses, tranvías y coches que incansablemente circulaban por todas partes. Todo estaba en movimiento, nada permanecía estático.


También salí y disfruté del ambiente vespertino y nocturno que se vivía por allí. Acudí a una discoteca cuyo nombre era Penthouse que me encantó, junto con Mark y sus amigos, ya que era el cumpleaños de uno de ellos, y queríamos celebrarlo por todo lo alto. Todos fueron muy simpáticos conmigo; me gustaría nombrarlos porque realmente merecen tener un lugar aquí: Jack, Jayan, Jorge, Harjinder, Daniel G., Daniel M., Scott, Graham. ¡Y qué decir sobre el ambiente discotequero de allí! Desde el principio, me di cuenta de que era totalmente diferente al que suele respirarse aquí. La gente estaba tranquila; independientemente de si habían consumido más o menos alcohol, nadie molestaba a nadie, y todos se divertían juntos. La música era fantástica, un deejay ''pinchaba'' en directo algunos de los éxitos del momento de allí (bastante más decentes que los que suelen triunfar aquí), y los fusionaba con otros hits más antiguos. Algunas canciones, cómo no, eran un tanto estridentes... Pero en general, todas eran buenas. Me encantó. Además, pese a que la música estuviera alta, las conversaciones que mantuve durante la velada eran audibles y no terminé afónica.


Una de las tardes en Nottingham pude disfrutar de la final de la FA Cup en un pub inglés. En ella se batían en duelo el Chelsea y el Liverpool y, como me encontraba en una ciudad que no albergaba ninguno de los dos equipos, en aquel lugar había tanto aficionados de uno como de otro. Acudí con Mark y Harrison, el compañero de piso de mi amigo. Mark mantuvo la postura imparcial que tal vez le tocaba, propia de un árbitro que se encuentra observando el partido y que comentaba si el colegiado había tomado una decisión correcta o no, pero este último, Harrison, era un defensor acérrimo de la plantilla londinense y, pese a que el Chelsea nunca haya sido de mi agrado (y menos ahora, después de lo sucedido con el Barça recientemente), acabé solidarizándome con él y me alegré cuando se proclamaron campeones tras vencer con un ajustado 2-1. Valía la pena solo por ver la cara de felicidad y el entusiasmo de aquel nuevo amigo.

Lo único que no acabó de gustarme fue el clima. Eso sí, debo admitir que pese a que las lluvias sean más que frecuentes por aquellos lares, durante mi estancia no diluvió, aunque sí que tuve que adaptarme al frío constante que hacía en una época en la que, en mi hábitat natural, el sol ya empieza a ser radiante. ¿La comida? Evidentemente, los horarios eran un tanto distintos al español (como siempre) y la alimentación inglesa en ocasiones era totalmente distinta a la que suelo tomar y preferir, sobre todo a la hora de desayunar, pero en general me gustó todo lo que tomé y probé., sobre todo el famoso ''apple pie'' y el zumo de esta misma fruta, que fue lo primero que busqué cuando días después fui a hacer la compra al supermercado en L'Hospitalet.

Como buena melómana que soy, me he traído algunas canciones en la maleta. Es más, incluso he confeccionado una pequeña lista con los temas que escuché durante mi estancia o bien que me vinieron a la cabeza por algún motivo determinado. En ella hay de todo: rock alternativo, house... Muchas ya las conocía y las hay que me gustan más y otras que me entusiasman menos, pero todas formaron parte de esta travesía, y me gusta escucharlas para recordar lo que viví. Es algo que creo que haré de ahora en adelante, bandas sonoras de mis viajes.


¡Y esto es todo! Ya tengo ganas de volver a Inglaterra. ¿Cuál será mi próximo destino? ¿Londres, quizás? ¿Nottingham de nuevo? Me lo pasé tan bien... No tenía ganas de volver a casa, lo pasé mal en el momento en el que tuve que entrar en el aeropuerto y entregar mi documentación para pasar a aquella fría sala en la que tuve que esperar sumergida en la más inmensa soledad a que el avión de vuelta a casa estuviera listo para despegar. Estuve tan a gusto durante esos días... Mi cabeza no para de recordar todos aquellos momentos, no paro de viajar mentalmente a aquellas tierras...




¡Hasta el próximo vuelo! ✈

2 comentarios:

  1. ¡Me ha encantado! A mí también me encantaría poder viajar más a menudo y a más sitios, porque las pocas veces que he tenido la oportunidad de visitar lugares distintos siempre he salido enormemente enriquecido. Pude hacer una visita relámpago a Londres en otoño y merece mucho la pena.

    Qué ganas tengo de que llegue Milán... ¡o Barcelona!

    Un beso de tu último seguidor! :P

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  2. ¡Muchas gracias, Juanlu! Es un placer tenerte por aquí, puedes pasarte siempre que quieras. Por cierto, si te creas un blog, ya sabes: ¡dímelo y te sigo! :-)

    Me encanta viajar. Creo que todos los ahorros que pueda acumular en un futuro y que no se destinen para ''tapar agujeros'' los emplearé en viajar... Pero si te soy sincera, te diré que me encantaría poder ejercer una profesión que me permitiera moverme de aquí a allá, que pudiera conocer mundo y otras culturas... Tal vez sea por eso que mi mayor meta es ser corresponsal. Es casi una utopía, sé que lo tendría muy complicado para conseguirlo, pero no desistiré. Tal vez no consiga eso, pero sí otras opciones que, pese a que ahora no las contemple, pueden ser igual o incluso más enriquecedoras. En fin, a ver qué pasa de aquí a unos años... ¡Y a ver qué tal en Milán! La verdad es que tengo muchas ganas de estar allí, seguro que nos lo pasaremos muy bien y nos servirá para madurar y renovar nuestras energías.

    Ci vediamo molto presto!!!!!! ;-)

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