miércoles, 5 de octubre de 2011

El violinista de los ferrocarriles


Hoy, después de casi un año, he vuelto a ver al famoso "violinista de los ferrocarriles''. ¿O debería decir mejor ''el violinista de los transportes públicos''?

Esta tarde, mientras volvía de la universidad en un tren de Cercanías, un hombre de unos cincuenta años de edad entró en el vagón acarreando un carrito. Debajo del brazo, oprimiéndolo contra el corazón, llevaba la flor que rutinariamente le proporcionaba un pequeño fruto, suficiente para poder subsistir: un violín. Lo sostuvo con amor y delicadeza y dejó que aquella melodía brotara de las cuerdas. La misma melodía mágica de hacía un año. Era él, ¡había vuelto! Tras un largo periodo sin tener noticias suyas, allí estaba de nuevo. No cabía duda. De hecho, ya me había resultado familiar cuando lo vi entrar. ¡Por fin!

De repente, todos los estruendos ferroviarios desaparecieron. Poco a poco, todo el vagón empezó a deshacerse de sus auriculares y demás aparatos electrónicos. En su lugar, nació aquella preciosa pieza musical. Era una melodía única, incomparable. Aquel buen hombre, que tan concentrado estaba en su labor, denotaba un aspecto débil, indefenso y tan cansado de transitar de vagón en vagón. Su canción era intensa, delicada, suave. Era una pieza viva; por un momento, lograba abstraerte a tu propio mundo interior. La sensación experimentada conseguía hacerme olvidar que me encontraba volviendo de un insignificante día de universidad.

Aquella maravillosa melodía estaba a punto de llegar a su fin. Al unísono, los pasajeros empezaron a revisar sus respectivos monederos en busca de una pequeña muestra de agradecimiento y compasión por aquel humilde hombre. Me alegraba tanto de volver a verlo que yo también debía contribuir a la causa (a pesar de haberlo hecho ya anteriormente, meses atrás). Le pregunté si antes había estado también en los ferrocarriles, a lo que obviamente me contestó que sí. Y con la alegría del momento, le dije ''¡Ya te había visto muchas veces por allí!''. Su sonrisa fue mayúscula, me dio las gracias y cruzó la puerta para cambiarse de vagón.

Tal vez no somos conscientes de ello, pero diariamente tenemos ante nosotros a seres humanos con un grandísimo talento artístico, como es el caso de este señor. Desgraciadamente, parece que la suerte es un bien limitado a unos pocos y violentamente escaso. Aunque nunca llegues a leer esto, quiero darte las gracias por regalarme esos minutos musicales tan agradables.

Volveré a verte, ¿amable y extraño Violinista?

Nota: Al acabar de redactar esta entrada, me di cuenta de que faltaba ilustrarlo un poco. Cual fue mi sorpresa, que googleé algo como ''violinist train'' y ¡uno de los primeros resultados en imágenes era ÉL! Para darle crédito a la imagen en cuestión (No quisiera que pudiera parecer que me apropio de material que no es mío), cito el blog y lo enlazo aquí mismo con la sección correspondiente: ''Barcelona Daily Photo''. :)

2 comentarios:

  1. Hola Sara:

    Gracias por nombrar mi fotoblog en tu bitácora. Tienes un blog realmente interesante. Un saludo grande y los mayores éxitos para ti.

    Valery

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  2. ¡Gracias a ti por publicar la foto y por tus amables palabras! Me alegro de que no te importe que haya añadido dicha fotografía en mi entrada, y estoy muy contenta de de que te haya gustado mi blog. El tuyo también es muy bueno... ¡mucha suerte en todo!

    ¡Estamos en contacto!

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